La Vulnerabilidad escondida

Frecuentemente tenemos la tendencia de huir de nuestra vulnerabilidad, las personas suelen identificarla con conceptos sobre  debilidad, fragilidad, sentirse indefenso, desvalido.

Según la Real Academia Española,  el adjetivo “Vulnerable” se define como: “Que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente”.

Entre otras definiciones, encontramos la vulnerabilidad como  “la susceptibilidad de ser ataco o herido, ya sea físicamente o moralmente. Es te concepto puede aplicarse a una persona  o aún grupo social según su capacidad de prevenir, resistir y sobreponerse de un impacto o acontecimiento.”

A menudo la mayoría de las personas tienden a huir de la vulnerabilidad, pensando que  mostrar una falsa apariencia de estar “bien”, “felices”, nos va hacer más fuertes, así como no mostrar esas emociones desagradables, ni mostrar que eso que nos ocurrió nos afectó y nos dañó. Tendemos a esconder esas heridas y relacionarnos como si nada hubiera pasado, produciéndose una desconexión de ese dolor o emociones desagradables. Este proceso muchas veces que se lleva a cabo de manera inconsciente y otras veces de una manera consciente, esta acción es un suceso con una doble cara. Si nos desconectamos de las emociones desagradables poquito a poco se irán apagando nuestras emociones agradables, como la alegría, la ilusión, la esperanza, la ternura, el entusiasmo, entrando en un estado de alexitimia. No  podemos nombrar, ni expresa,  ni sentir, ni lo agradable tanto como lo desagradable,  sintiendo que nos apagamos poco a poco, sintiendo que vivimos en modo automático como si fuéramos figuras de un juego.  

Por eso escribo estas líneas, para hablar de la vulnerabilidad emocional, como esa capacidad de detectar señales provenientes del entorno y reaccionar a ellas. Esa actitud de apertura de estar contacto, ampliando la sensibilidad tanto con lo que ocurre dentro de nosotros mismos como con el entorno. Dejarse afectar con lo que sucede con una actitud de permeabilidad, tanto por lo que nos produce caricias como a las situaciones dolorosas con el fin de sentir y vivir el proceso para  transitar el mismo sin dejar abiertos asuntos inconcusos. No me gusta hacer spoilers,  pero recordar que los asuntos que no se encuentran cerrados volverán hasta que sanemos, todas las veces que sean necesarias.

Para mí, de los trabajos más bonitos es poder acompañar a las personas en este proceso. Muchas veces produce mucho miedo y existe mucha evitación al tocar determinados ciertos temas con el objetivo que se olvide y no volver a recordar, pero no es así. Ahora que estás leyendo esto, te voy a pedir que no pienses en un elefante rosa. Mi pregunta ahora es: ¿En que estas pensando?. Exacto, el no pensar en algo que no queremos recordar, es estar en contacto con aquello  aunque exista una resistencia, nos continúa afectándonos en nuestro día a día. En pequeñas conversaciones, en personas que se parecen, en tonos de voz, en recuerdos… nuestro cerebro lo tiene guardadito pero necesita sacarlo de alguna manera y no siempre es la cómoda y nos desestabiliza.

Huir de la vulnerabilidad nos encierra, nos vuelve insensibles, duros y distantes ante las situaciones de nuestra vida. Nos hace tomar decisiones equivocadas no conectadas con nuestras necesidades reales y ni conectada con nuestra verdadera esencia.

Poder abrazar nuestra vulnerabilidad nos dará las claves de saber que nos sucede, de donde viene, poder sentir nuestra emociones nos hará conectar con nuestras necesidades y así poder hacer frente a aquello que no pudimos porqué no podíamos en ese momento. Mejor tarde que nunca, ¿verdad?

¿Cómo dejar espacio a la Vulnerabilidad?

  • Encontrar espacios de introspección ( de estar hacia dentro), para el encuentro con nosotros mismos.
  • Participar en espacios de contacto con la naturaleza para poder sentirnos.
  • Facilitar espacio de encuentro con personas de apego seguro donde poder compartir nuestra vulnerabilidad, donde podamos rompernos y sentir su sostén.
  • Buscar espacios de conexión, mediante la escritura terapéutica donde poder exponer nuestro sentir y nuestro encuentro con nosotros mismos.
  • Recordar, Mens sana in corpore sano y, para ello, es indispensable dormir el tiempo adecuado y en condiciones confortables, realizar ejercicio físico, comer de forma saludable y equilibrada y realizar actividades que fomenten tu bienestar.
  • Establecer espacios de autocuidado buscando el contacto con lo sensorial. Una buena ducha consciente, ponerte crema con olores ricos, un perfume o aceites esenciales, elegir comida nutritiva para poder sentir sus sabores, el uso del tacto como para conectarte en el presente.
  • Si te sientes incapaz de sentir esa vulnerabilidad por miedo a ser desbordado buscar un espacio con un profesional que te acompañe en este proceso. No tienes por qué hacerlo solo. Acaso un cardiólogo se opera así mismo su propio de corazón, pues nosotros mismos también tenemos derecho de buscar esa persona que nos acompañe en este proceso.

Dejémonos sentir esa vulnerabilidad para conmovernos, abrirnos, reconocer esas emociones y heridas que nos acompañan. No para quedarnos estancados en el sufrimiento y en el dolor,  sino para enfrentar de la manera más honesta respetuosa, responsable y autentica nuestra esencia para sentir la resiliencia y nuestra  mejor versión de nosotros mismos. 

Image
Registro Sanitario nº4623
Enlaces de interés
Teléfonos
928 253 614
616 982 865
Horario de atención

Lunes y Miércoles:
de 8:00 a 14:00 y de 16:00 a 18:00
Martes y Jueves:
de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00
Viernes:
de 8:00 a 16:00
Email de contacto
info@institutocanariodepsicoterapia.com
Ubicación
Calle Mesa de León, 4
35001 Las Palmas de Gran Canaria

© 2022, Instituto Canario de Psicoterapia, por Veracis Sistemas