Durante años, como muchos, he compartido ese sentimiento social existente alrededor de la consulta de psicología; quizás esos comentarios de patio de colegio, esos compañeros de clase estigmatizados por acudir a terapia durante su infancia o adolescencia, esos padres que trataban de ocultar que su hija/o acudía a un profesional, etc.
No sé, si tuviera que compararlo, lo haría con esos micromachismos de los que tanto se habla en la actualidad: pequeños mensajes, conductas o formas de expresarse que van formando en nosotros una forma de comunicarnos, de comportarnos y de expresarnos.
No hay nada que el tiempo resuelva por sí solo, si no trabajamos en ello y del mismo modo que estamos luchando por la erradicación de esos micromachismos, debemos erradicar de la sociedad ese sentimiento acerca de la ayuda psicológica.
Puedo apreciar que ese “estigma” está desapareciendo poco a poco de nuestra sociedad, pero sin duda, más lentamente de lo necesario.
Yo sólo puedo hablar de mi experiencia personal:
Me considero una persona formada, abierta, moderna, tolerante, inteligente y además diría que un poco “sobradito”, pues bien, toda esta altísima consideración personal se estuvo tambaleando durante algún tiempo en la adolescencia de mi hija, la niña más buena del mundo me llevó a límites personales que yo no conocía, podría decir que la rebelión fue casi total.
De verdad, no entendía nada.
- ¿Cómo es posible que me hable así?
- ¿Dónde está mi dulce hija?
- ¿Por qué a mí si yo soy el incondicional?
- ¿Qué va a ser de ella?
- ¿Cómo me comunico con ella si no me deja?
Como todos imaginarán me hice mil preguntas más, pero no caben todas aquí.
Mi suerte: que conozco hace años a María Jesús (Directora del Instituto) y trabajo hace algunos años para el Instituto.
Es curioso cómo vamos al Gym y contamos con un “entrenador personal”, es asombroso que casi para cualquier cosa que hacemos debemos contratar al alguien: pintores, albañiles, abogados y un larguísimo etcétera, pero para educar a nuestros hijos nos vale con lo que traemos de casa y algunas lecturas dentro del maremágnum de Internet.
Resumiendo, estudiamos para todo desde que nacemos, contratamos lo que sea desde que podemos, pero para ser padres nos valemos nosotros solitos sin formación y sin apoyo especializado. ¿Lo pasamos mal en la adolescencia de nuestros hijos? Claro, intenta escalar una montaña sin preparación física… seguro que te costará mucho más que si te preparas.
Pues esta es mi experiencia con el Instituto: ese apoyo, esa guía a seguir, esas respuestas a preguntas.
Puede que nuestros hijos necesiten acudir a Terapia en alguna ocasión, genial… mejor para ellos, los progresos son asombrosos, pero desde aquí invito a los padres a prepararse para ser padres, la adolescencia es un período complicado, especialmente para nuestros hijos y los padres tenemos que estar ahí durante este período de cambio, debemos estarlo con paciencia y con guía profesional para saber cómo debemos actuar.
Les podría contar una historia larguísima de la vida , milagros de mi hija y la mía propia, pero creo que no es necesario para entender que cuanto mejor preparados estemos los padres, mejor infancia, adolescencia y vida adulta tendrán nuestros hijos.
Yo ya tengo las respuestas a las cinco preguntas de arriba y les invito a todos a trabajar en buscar esas respuestas, nuestros hijos necesitan que las tengamos.