Cuando preguntamos a los padres y madres qué es lo que quieren para su hijo/a la mayoría de las veces responden que sea feliz y que sea capaz de valerse por sí mismo/a en la vida. ¿Cómo se consigue que un/a niño/a llegue a ser un/a joven y un/a adulto/a capaz de sostenerse y caminar con confianza?
Todo camino comienza con un primer paso. En este caso ese primer paso está en las vivencias que el/la niño/a tiene en su infancia, en primera instancia con la familia y luego también en los entornos y con las personas que son significativas para él/ella. Para poder tener confianza en nosotros y en nuestras capacidades y recursos es necesario que alguien nos haya proporcionado seguridad, confiado en nuestras potencialidades y apoyado cuando lo hemos necesitado.
En la infancia es muy importante para el desarrollo de la confianza y la autoestima que el/la niño/a se sienta mirado/a, tenido/a en cuenta, valorado/a, apoyado/a en sus iniciativas y aceptado/a en su forma de ser y actuar. ¿Quiere esto decir que hay que permitirle todo? No. Lo que la experiencia y los estudios muestran es que es necesario que los padres y madres, al educar, encuentren el equilibrio entre el amor y los límites para que el/la niño/a pueda crecer teniendo una sensación de seguridad en su entorno que contribuirá para que desarrolle la seguridad en sí mismo/a.
En esta tarea de ser padre y madre, por un lado exigente ya que requiere dedicación y no hay manual a seguir y , por otro lado, bella porque implica llevar de la mano el desarrollo de un serhumano, ¿Cómo se puede acompañar al niño/a para favorecer que esto suceda?
- Apoyando las iniciativas del niño/a dentro de un marco de seguridad.
- Mirándole y mostrando interés cuando nos habla, comparte una experiencia, emoción....
- Estando disponibles.
- Estimulando que participe y tenga experiencias.
- Ayudándole a terminar acciones o tareas, si existe dificultad, para que pueda tener sensación de éxito y sentirse capaz.
- Permitiéndole sentir emociones desagradables y dándoles un significado.
- Acompañándole en los momentos de frustración. A veces “solo” la presencia es suficiente.