El “Efecto Vinicius” o el no a la discriminación

Hay que ver lo que reconforta el que la comunidad internacional denuncie una injusticia.  El “no a la discriminación” es un eslogan muy antiguo que han podido enmarcar colectivos de diferente índole a través de la historia.  Tampoco es novedad que un personaje público relevante denuncie algo que es reconocido por la mayoría como una injusticia.  Tenemos a Magic Johnson, jugador de baloncesto, y lo que supuso para la visibilización y no discriminación de las personas enfermas de VIH.  El cantante Pau Donés y el acercamiento al cáncer, o el cantante Dani Martín reconociendo sus problemas de salud mental, entre otros.

En el fondo es lo mismo, la reivindicación de justicia ante un acto innoble o injusto con respecto al trato de un ser humano.  Llama la atención la capacidad de convocatoria y el poder de un gesto para que toda la humanidad esté hablando de lo mismo.  Uno de los últimos casos relevantes es el “no a la discriminación racial” de Vinicius, famoso futbolista brasileño de raza negra.

Desde el punto de vista de la psicología, el desarrollo del ser humano desde sus primeros años hasta su etapa adulta pasa por diferentes fases.  Dentro del desarrollo psicoafectivo del bebé, en torno a los cuatro o cinco años aproximadamente, pasa a una etapa importante y es el inicio de su incipiente autonomía.  Es lo que llamamos la “etapa del no”.  El bebé, en su necesidad de separarse de la madre, de construirse como individuo independiente y autónomo descubre el “no” como forma de hacer prevalecer su voluntad.  En esos momentos es capaz de rechazar su golosina preferida ante el ofrecimiento de su madre, su yogur de frutas preferido..., es solo el inicio.

Este tema es motivo de consulta de los padres. Conflictos y desavenencias múltiples se agrupan en torno a esta temática.

Poco a poco el niño, en su desarrollo, va haciendo sus conquistas hasta que, más adelante se descubre distinto al “otro”, ya sea su padre, madre u otro familiar cercano.  Hasta llegar el momento más o menos claro, en que se distingue a sí mismo de los otros y a esos otros entre sí, se dejaba acoger por cualquier persona amable, afectuosa, dispuesta a cubrir sus necesidades.  A partir de ahora distinguirá y preferirá a su madre o a cualquier persona que se haya dedicado la mayor parte del tiempo a su cuidado.

Al mismo tiempo ha descubierto al “otro” diferente de sí mismo y, en función de cómo sea vivenciada esa diferencia, ya sea de género, raza, color, etc., serán  sus relaciones en la etapa adulta. Según la experiencia que haya vivido el bebé con respecto al otro que no es su madre, puede experimentar extrañeza, desconfianza, compasión, curiosidad, etc.  Y ésto será la semilla para luego, socialmente, extrapolarlo a un determinado colectivo, raza o grupo social. O sea, según hayan sido tu desarrollo, vivencias infantiles u otras experiencias vitales, sentirás al “otro” como una amenaza o una invitación al enriquecimiento personal.

En este sentido no puedo dejar de preguntarme qué ha vivido esa gente que increpaba e insultaba a Vinicius de forma tan salvaje. O el afán despertado en torno a la “no a la discriminación” por tu opción sexual que defiende la bandera del arco iris.

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