Decir adiós y continuar. Duelos, transitando por las despedidas

Todas las personas a lo largo de nuestra vida experimentamos separaciones, vivimos situaciones que comienzan y terminan, e incluso deseamos, anhelamos tener experiencias a las que al fin, tenemos que renunciar.

Entendemos Duelo, como un periodo de tiempo en el que hemos sufrido una pérdida   y vivimos una experiencia de asimilación e integración de la misma.

Las pérdidas y los cambios, es algo que forma parte de la vida, algo para que lo que estamos todos los seres vivos preparados, dependiendo del momento madurativo nos va afectar más o menos, dado que necesitamos mayor apoyo físico y emocional cuanto menos edad tenemos.

Una crisis es un cambio brusco o una modificación importante en el desarrollo de algún suceso, y ésta puede ser tanto física como simbólica. Crisis también es una situación complicada o de escasez. O también, crisis de nervios, por otro lado, cuando un sujeto pierde el control de sus emociones; esto ocurre, por lo general, ante una situación de estrés: “La madre de la víctima sufrió una crisis de nervios al enterarse de la trágica noticia”. En este caso, un sinónimo traído de la lengua inglesa es la palabra “shock”, que refleja de manera muy concisa el golpe o choque que existe entre el estado previo a conocer una determinada situación y el instante posterior, ya que son prácticamente opuestos a nivel anímico.

Algunas de estas despedidas las consideramos naturales y las asimilamos aceptándolas como parte de la vida. Sin embargo, en otras ocasiones, el vínculo afectivo que desarrollamos con esa idea, con ese trabajo, o con esa persona hace que la despedida genere una serie de procesos que nos impiden regenerar el vacío que nos deja la pérdida.

Es natural que ante una pérdida podamos experimentar sentimientos de angustia, tristeza, rabia o culpa. El duelo representa una emancipación de lazos afectivos de cariño y lealtad hacia lo perdido, una readaptación al ambiente y la paulatina formación de nuevas relaciones.

Para transitar por este proceso de despedida de forma que al final nos podamos quedar con un recuerdo amoroso, Stephanie Sabar propone seguir cinco pasos:

  • Aceptar la realidad de la pérdida. Constatar la ausencia.
  • Vivir el dolor del pesar. Permitirse los sentimientos que acompañan a la pérdida, tanto los citados anteriormente como también el miedo, la vergüenza o el alivio.
  • Amoldarse al entorno. Compensar el rol que desarrollaba lo perdido. A través de ajustes creativos y apoyos, tanto externos como personales.
  • Retirar parte de la energía emocional y ponerla en otra situación. Tomar conciencia de que existen otras personas a las que amar, otros trabajos que desarrollar.
  • Darle un lugar a lo que hemos perdido, continuar el vínculo. Generalmente a través de una representación interna.

La elaboración saludable del duelo implica despedida, desaferramiento, resituar internamente aquello perdido, renovar el significado y rehacer la propia vida, sin que la herida quede cerrada en falso. Estos objetivos son más fácilmente alcanzables si nos conocemos (qué herramientas y recursos tengo en los que apoyarme, cómo hago para gestionar mis emociones) y si contamos con una buena red social.

El proceso de duelo puede convertirse en una oportunidad de crecimiento si sabemos aprovechar el momento de recogimiento interior para encontrar nuevos recursos personales en los que apoyarnos.

 

Si algún día después de amar, amé

Fue por tu amor.

J.M. Serrat

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