¿Con qué fin hacemos deporte? ¿Qué diferencia hay entre la actividad física y el deporte? ¿Hasta qué punto la competitividad es sana en la calidad de vida? ¿Es imprescindible hacer deporte?
Desde pequeña mis padres me inculcaron los beneficios del deporte: mejora el estado de ánimo, facilita la capacidad cognitiva y psicomotriz, promueve la interacción e inclusión social, aumenta la resistencia, la fuerza muscular y promueve la longevidad etc.
Tras trabajar con muchos menores en terapia, he podido comprobar que hoy en día el estrés competitivo y la alta exigencia están muy presente en el deporte. Hace unos meses fui a ver un partido de fútbol de niños de 7 años, y sentí que el principal objetivo era ganar. Escuchar a los padres desde las gradas gritando a sus hijos me hizo sentir bastante impotencia: se estaba perdiendo el foco del deporte ya que esos mismos referentes paternales proyectaban negativamente estímulos que no tenían que ver con el deporte en sí e influyen los segmentos generacionales correspondientes a los hijos e hijas que realizan el deporte creando un concepto equivoco y nocivo de realizar dicha actividad física. Desde mi punto de vista, el objetivo del deporte es disfrutar y poder aprender de las diferentes cualidades positivas que tiene relacionarte con tus iguales siempre desde el respeto, además de aprender la constancia y el esfuerzo, pero puede dar el caso de que se intoxique dicha interacción y se confunda el fundamento deportivo con la rivalidad irracional.
Básicamente, hay varias diferencias entre la actividad física y el deporte. La actividad física se refiere a cualquier movimiento que haga trabajar a los músculos y requiere más energía que estar en reposo. En cambio, el deporte es una forma estructurada y organizada de actividad física que generalmente implica competir con uno mismo o con otros siempre condicionados por reglas y directrices dependiendo del ejercicio a llevar a cabo.
En el momento que el menor va a elegir la actividad extraescolar, los padres deben dejar a un lado sus expectativas y gustos para que sea el menor quien elija el deporte que va a practicar. Así y de esta forma, estarás aboyándole y valorando sus gustos. Por lo tanto, el niño/a acudirá a la actividad con ganas y sin presiones ya que sus progenitores, pero puede darse el caso de padres que condicionan la elección de sus hijos en base a sus preferencias y se puede crear una especie de doctrina o mandato hacia el joven a la hora de realizar dicha actividad inclusive que el hijo o hija no quiera realizarla.
Es importante que los menores practiquen deporte, pero si el precio de ello es la pérdida de expresión, la frustración, disminución de la autoestima, entonces no integrara los beneficios positivos que tiene el deporte sino al contrario, sentirá un rechazo. Hay multitud de actividades no deportivas que ayudan a hacer ejercicio y mantenerse activo. Como, por ejemplo, jugar en el patio del colegio, bailar en la habitación, saltar a la comba, sacar al perro, correr en la playa, entre otras.
Por lo tanto, lo relevante es que el menor esté activo y no tenga una vida sedentaria, respetando su capacidad de elección a la vez que desarrolla su estructura como persona a nivel social y existencial.