El estrés es un estado físico y mental adaptativo, es decir, es un estado de tensión que vivimos cuando necesitamos afrontar una situación nueva que requiere un esfuerzo. Cuando mantenemos en el tiempo esa tensión por la demanda externa, nos afecta a la salud.
La palabra “trauma” etimológicamente viene del griego y significa “herida”. Se refiere a la huella que queda en el cuerpo tras recibir un impacto, tanto físico como psicológico. Tras vivir experiencias traumáticas que nos desbordan, ocurre que en el momento que las vivimos no nos da tiempo de asimilarlas, es por ello, que tendemos a poner el automático y/o modo supervivencia, siendo espectadores de lo sucedido para atender la urgencia. Esto nos hace no vivirlo emocionalmente. Muchas personas que veo en consulta me dicen, “en aquel momento no sentía dolor, era como si estuviera viendo una película y ahora me parece mentira haberlo vivido”.
El manual americano de diagnóstico DSM-V (APA, 2013) define el trastorno por estrés postraumático como: “exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o amenaza, en una (o más) de las formas siguientes: experiencia directa del suceso(s) traumático(s), presencia directa del suceso(s) ocurrido a otros, conocimiento de que el suceso(s) traumático(s) ha ocurrido a un familiar próximo o a un amigo íntimo. En los casos de amenaza o realidad de muerte de un familiar o amigo, el suceso(s) ha de haber sido violento o accidental.”
Durante este tiempo de pandemia, este trastorno nos ha hecho sufrirlo en primera persona, sobre todo al colectivo sanitario, que lo ha estado viviendo diariamente, así como las personas que han sido hospitalizadas y/o familiares.
Se manifiesta de la siguiente manera:
- Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del suceso(s) traumático(s).
- Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o el afecto del sueño está relacionado con el suceso(s) traumático(s).
- Reacciones disociativos en las que el sujeto siente o actúa como si se repitiera el suceso(s) traumático(s).
- Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).
- Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).
Si tras leer este artículo reconoces que estas padeciendo estrés postraumático o a alguien que lo padece, lo recomendable es acudir a un especialista, en concreto un/a psicoterapeuta experto/a. El tratamiento requiere del uso de técnicas especificas para procesar imágenes , sonidos , sensaciones y emociones relacionadas con el momento de la vivencia traumática, es decir, aquello que la persona vivió en estado de shock (o con el automático), así como los sucesos acontecidos posteriores a la vivencia del impacto, secuelas actuales y otras vivencias de sufrimiento asociadas. El/la psicoterapeuta creará un espacio seguro en la consulta para procesar y elaborar las vivencias de sufrimiento vividas por la persona con el objetivo de integrarlas, poderlas comprender y dar un sentido, así como tratar toda la sintomatología asociada.
Aquí les dejo algunas recomendaciones que ayudan a la gestión del estrés postraumático:
- Practicar técnicas de respiración y de toma de conciencia del momento presente en el aquí y ahora.
- Poner presencia y atención en cada momento de la vida cotidiana.
- Practicar el darse cuenta de los pensamientos negativos y catastróficos.
- Sobre todo, practicar técnicas corporales que nos ayudaran a respirar y a sentir el presente a través de los sentidos (vista, olfato, oído, gusto y tacto).
- Ocuparse en casa con actividades que nos resultaran estructuradas y placenteras.
- Compartir conversaciones con personas queridas (incluso hacer encuentros por vía online).
