Nuestras circunstancias personales, las sociales, la Vida en mayúsculas y nosotros como personas únicas, estamos en contante cambio.
La resiliencia, en el ámbito de la psicología, es un concepto que tiene que ver con un conjunto de habilidades y predisposiciones que nos permiten sobreponernos a las crisis, tanto colectivas como individuales y adaptarnos a ese nuevo contexto, muchas veces no elegido, haciendo frente a los retos que nos plantea.
A lo largo de nuestra experiencia vital, nos van sucediendo situaciones no elegidas, al menos conscientemente, inesperadas que nos han dado golpes: la pérdida de un trabajo, sufrir alguna enfermedad severa... y cualquiera que se nos pueda venir a nuestra mente.
Pero en este artículo vamos a centrarnos en nuestro campo, en esa parte que va de la piel hacia dentro de nosotros mismos.
La resiliencia no es un fenómeno excepcional, no es un don de algunos individuos “elegidos”, todo lo contrario, es un aspecto de la condición humana que muchas veces se expresa de manera espontánea y natural, sin ni siquiera darnos cuenta de ello.
De hecho, si te paras unos segundos ahora… respira… y recuerdas, te darás cuenta de que has sobrevivido y te has adaptado a circunstancias que en su momento no creías que ibas a poder superar.
El pasado no se olvida, forma parte de nuestra historia vital y se nos queda grabado como en un disco duro de nuestro cerebro. No estamos constantemente trayendo esa información al presente consciente, pero sí que permanece guardado en el inconsciente. Y es en ese mismo inconsciente donde también se encuentran las soluciones adaptativas.
Sin embargo, hay casos en los que capacidad de resiliencia o adaptación emergen a un ritmo e intensidad inadecuada, haciéndonos sufrir más de lo necesario (dando lugar a trastornos de ansiedad, crisis adaptativas, estrés postraumático…) y es necesario buscar la ayuda de un profesional de la salud mental como un psicólogo y/o psiquiatra.
Entre muchas de las estrategias de una persona que se adapta y se reinventa ante los cambios vitales están:
- El autoconocimiento, saber nuestros puntos débiles, limitaciones o áreas que mejorar, así como nuestras fortalezas y recursos innatos.
- El autocuidado, hábitos saludables son indispensables para tomar también buenas decisiones. A un cuerpo que no está bien tratado, le cuesta más pensar y decidir correctamente.
- Las personas que se adaptan a los cambios con facilidad suelen ser más flexibles y creativas.
- La aceptación (que no resignación) y la capacidad de soltar (el desapego).
- Ven la vida de una manera más objetiva con una cierta perspectiva.
- Cuentan con a red de apoyo saludable, eligen personas que les nutran.
- No intentan controlar las situaciones, sino que son conscientes de sus emociones y desde ahí eligen conductas que las llevarán hacia donde les conviene, para adaptarse saludablemente.
- Muchas veces tenemos que cambiar nuestro modo de interpretar la vida y la estructura de algunas áreas de nuestro pensamiento, sin dejar de ser fieles a nuestras esencias.
En psicoterapia entre otros muchos puntos, vemos donde están nuestras dificultades y recursos para conseguir reinventarnos y seguir teniendo una buena calidad de vida a pesar de las circunstancias.