La Distimia: la depresión persistente leve que se puede complicar

María es ama de casa, tiene 47 años, entre sus antecedentes médicos de interés destaca que tiene hipertensión arterial en tratamiento farmacológico con enalapril 20 mg al día y colesterol que controlaba con alimentación baja en grasas y realizando algo de ejercicio. Acude a consulta porque lleva más de 2 años con decaimiento del estado anímico, comenta que no tiene ganas de hacer nada, que quiere estar acostada y que pasen los días. Antes disfrutaba preparando la comida para su familia, viendo su serie de televisión favorita después de comer y se organizaba bien con las tareas domésticas, de forma que le quedaba tiempo para ir a la piscina 3 veces por semana. No relaciona los síntomas que presenta con ningún problema concreto; sí refiere que su madre tuvo un episodio depresivo en su madurez, y que actualmente su relación matrimonial no atraviesa por un buen momento, principalmente que su marido se encuentra en desempleo y ella se encuentra más fatigada.

A raíz de estos síntomas y la dificultad económica que atraviesa, ha dejado la piscina municipal, presentando un aumento de peso y una descompensación en los niveles de colesterol, requiriendo actualmente el tratamiento con un atorvastatina 10mg en la noche.

Sigue viendo la televisión de fondo, pero no se centra en lo que sucede durante cada capítulo de la serie, no obstante, mantiene su hábito diario a la espera de que sus síntomas desaparezcan, por aquello de intentar poner de su parte, y logra no perder el hilo argumental gracias a los breves resúmenes que preceden a cada nuevo capítulo. Logra terminar las tareas domésticas diarias, aunque lo hace a expensas de una gran fatiga, desgana, y con una gran insatisfacción general. Últimamente sus problemas para dormir han empeorado y es frecuente que se despierte varias veces entre semana. Aunque no piensa en hacerse daño, si siente que en ocasiones le gustaría tener una enfermedad que terminara con su sensación de sufrimiento.

María tiene un tipo de depresión denominado distimia. Es un tipo de trastorno depresivo persistente en el tiempo, que a priori no suele revestir gravedad, ya que los síntomas suelen de ser de intensidad leve o moderada. No obstante, es muy importante estabilizar este trastorno, ya que pueden sobreañadirse nuevos episodios depresivos que agraven la sintomatología original, ocasionando la denominada depresión doble.

Los síntomas habituales que suelen integrar el cuadro son: la tristeza, la desesperanza, la insatisfacción, la falta de motivación y de concentración, el cansancio, el insomnio, síntomas relacionados con el apetito, entre otros, que afectan a la calidad de vida del paciente, dificultando su rendimiento escolar y/o laboral.

Es muy importante consultar los síntomas depresivos que aparecen de forma episódica de forma temprana, particularmente en los niños y adolescentes, ya que, si no se estabilizan en períodos cortos de tiempo, se vuelven permanentes.

El plan de tratamiento suele ser mixto: por una parte psicofármacos, siendo de elección los denominados antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, también conocidos como ISRS (fluoxetina, sertralina, citalopram, entre otros); y por otro lado es importante observar si existen objetivos en el/la paciente, que pueden conseguirse a través de la psicoterapia.

Respecto al tratamiento psicofarmacológico: es importante informar de que es necesario iniciar dichos tratamientos a dosis bajas, para que dé tiempo al organismo a tolerar los principales efectos secundarios que suelen ser: náuseas, vómitos, sudoración, temblor e insomnio, efectos que el organismo acaba tolerando a los 7-10 días de iniciado el tratamiento. Los efectos beneficiosos del tratamiento se obtendrán a partir de la tercera semana de tratamiento. Dado que se trata de un trastorno permanente, el tratamiento deberá mantenerse en el tiempo.

Respecto a la psicoterapia, es importante escuchar el relato del paciente y explorar si puede ser beneficioso hacer un abordaje de aspectos particulares, como por ejemplo la autoestima, u otros aspectos como por ejemplo la insatisfacción, dificultades relacionales con la pareja, la familia o las amistades. La finalidad es mejorar la calidad de vida y evitar la comorbilidad con otras enfermedades médicas, adicciones u otras enfermedades mentales (trastornos de ansiedad, trastorno de personalidad).

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