Claves para cambiar hábitos: Es necesario andar para hacer el camino

Cantaba Mercedes Sosa:

            “cambia lo superficial,

            cambia también lo profundo,

            cambia el modo de pensar,

            cambia todo en este mundo....”

Un cambio es la acción de transformar una cosa en otra, dejar una cosa o situación para tomar otra o intercambiar algo por otra cosa que se considera del mismo o análogo valor. También hace referencia a modificar la apariencia, condición o el comportamiento.

Todas las cosas tienden a cambiar de un modo u otro con el paso del tiempo, es decir, el cambio es algo intrínseco del tiempo. Los períodos necesarios para que suceda pueden ser muy diferentes si hablamos de una planta, una roca o un ser humano. No podemos dar el salto de la infancia a la adultez sin pasar por las etapas intermedias. Esto me hace pensar en la importancia del proceso, del camino que es necesario recorrer, transitar, para llegar a un destino o a una meta. Y cómo, muchas veces, queremos llegar a la meta sin hacer el camino que es necesario para alcanzarla.

En la consulta observo que, a veces, la persona tiene un objetivo y al ponerse en la acción para concretarlo, se frustra porque no sale como lo había imaginado y planeado. Recuerdo una joven a la que le gustaba dibujar, se sentía habilidosa para ello y quería orientar su formación en esa dirección. Ella tenía imágenes en su mente de cosas que quería dibujar y cuando se ponía a plasmarlas en el papel, el resultado no se correspondía con su imaginación y entonces se sentía frustrada y comenzaba con un diálogo interno negativo y descalificativo “nada me sale.....lo único que pensaba que se me daba bien y ni siquiera eso consigo hacerlo...” y abandonaba. Y es que el paso del mundo de las ideas al mundo de lo concreto requiere de un proceso de aproximaciones, ensayo y error. Requiere de un tiempo de escucha, de observación y de práctica. También de permitir acompañarnos en la frustración de lo que no sale y, tal vez, atrevernos a explorar otra forma, otra idea, otro resultado a partir de aquella idea original.

Me recuerda a alguna vez que he comprado un mueble en Ikea, basándome en experiencias previas he pensado que sería sencillo montarlo y, al ponerme a ello, darme cuenta de que se complica, sentirme abrumada, con ganas de dejarlo. En mi fantasía iba a abrir la caja, organizar los componentes, encajar y ya..listo! Y de repente me confundo con la dirección del panel, o con los tornillos y el resto no encaja y se desencadena la frustración y el efecto dominó. Estar en el proceso es poder pararme, respirar, revisar mis expectativas y mi autoexigencia, centrarme en el presente, tener paciencia e ir paso a paso, dedicarle el tiempo que es necesario, sin la urgencia de tenerlo terminado ya.  En definitiva, se trata de vivir el proceso y en ese andar el camino aprender y conocernos.

En la vida hay  cambios cuyos resultados son visibles rápidamente ( por ejemplo, me tiño y cambia el color de mi pelo). Otros llevan más tiempo, como aquellos que implican modificar hábitos, creencias o formas de relacionarnos. Hay cambios que son superficiales y otros más profundos.

Según un estudio del University College de Londres, el tiempo promedio que tarda el cerebro para adaptarse a un nuevo hábito está en torno a los 66 días, aunque hay personas que pueden conseguirlo en apenas 18 y otras que precisarán 360 días. Entiendo que existen múltiples factores que interactúan: características personales, experiencia de vida, el entorno.

Una de las funciones del cerebro es economizar energía y por eso prefiere lo conocido y mantener rutinas. El cambio, lo nuevo, genera incertidumbre, consume energía y el cerebro tiende a volver a lo conocido. Por ello, cuando queremos iniciar un cambio es importante tener en cuenta nuestra motivación, paciencia, poner el foco en hacer algo nuevo (en vez de en lo hay que dejar de hacer ) así como respetar nuestro momento vital. Y, especialmente, saber que las fluctuaciones y el volver a lo antiguo, para después seguir aproximándonos a lo nuevo, es parte del proceso.

Citando a Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”

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